Tallulah Willis, hija de las estrellas de Hollywood Demi Moore y Bruce Willis, reveló en sus redes sociales que recientemente fue diagnosticada con autismo.
Junto a un clip en el que se la ve de niña, en brazos de su padre, mientras él brinda una entrevista en la alfombra roja, escribió una frase inequívoca, que remató con un emoji llorando de risa: “Decime que tenés autismo sin decirme que tenés autismo”.
En las imágenes se ve como ella acaricia la cara de su padre, acaso un poco abstraída de lo que está ocurriendo, mientras él habla con el periodista. Inmediatamente, algunos de sus seguidores comenzaron a preguntarle si cuenta con el diagnóstico desde su niñez. Y Tallulah, entonces, explicó que esa era la primera vez que hablaba públicamente sobre el tema y reveló: “Lo descubrí este verano y cambió mi vida”. También hizo referencia al estado de su padre, que según dijo sigue igual, algo que apunta es «lo mejor que se puede esperar».
En otro comentario del mismo posteo, Tallulah, de 30 años, se definió como “neurospicante”. Aquel término es una variante de neurodivergente, un concepto relacionado con la idea de que la diversidad en las características humanas aparece como resultado de variaciones en el campo neurológico. El término fue concebido por miembros de la comunidad autista para referirse a sí mismos y se utiliza para evitar el estigma de los trastornos mentales. Sin embargo, el concepto se usa también para referirse a las personas que padecen Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), trastorno límite de la personalidad o dislexia.
No es la primera vez que Tallulah hace referencia a su salud pues hace algunas semanas ya comentó que se estaba recuperando de un trastorno alimenticio y en 2023 hablaba de la anorexia nerviosa que padece. Además había explicado ya que también padecía depresión y trastorno de déficit de atención, un diagnóstico que recibió cuando tenía 25 años y para el que se estaba medicando. Los trastornos del espectro autista (TEA) son discapacidades del desarrollo causadas por diferencias en el cerebro. Las personas con TEA con frecuencia tienen problemas con la comunicación y la interacción sociales, y conductas o intereses restrictivos o repetitivos.